A las ocho de la mañana del día 4, Monseñor Ricardo Tobón presidió la Eucaristía, en ella al recibir los restos de Monseñor Joaquín, nos invitó a visitarlo en la Catedral, a ver este signo de llevar a Monseñor a la Catedral , como un signo de llevar la Congregación a la Iglesia, a una vinculación más vigorosa, más amorosa, más impregnada, en donde con ella vivamos sus gozos, sus alegrías, sus dolores y sufrimientos, ya que esto significa estar y vivir en y para la Iglesia.
Monseñor también dirigiéndose a las Htas Capitulares nos exhortó a vivir la fraternidad en el compromiso con la Causa de Beatificación de nuestra amada Fundadora y la pastoral vocacional, recuerda que la fraternidad es un don del espíritu, que el proceso de beatificación de la Sierva de Dios Madre María Berenice tiene dos momentos claves:
Hta Efigenia al iniciar la Eucaristía hace lectura de la Circular que escribió nuestra Madre María Berenice, el día 2 de Septiembre de 1958, invitándonos a la gratuidad, por medio de la oración y sobre todo con la celebración Eucarística ofreciéndola por quien fue nuestro Santo Padre y Fundador, como lo llamó nuestra Madre María Berenice.
La Circular es la siguiente:
CIRCULAR PASCUA DE MONSEÑOR JOAQUIN GARCIA BENITEZ
SEPTIEMBRE 2 DE 1958
Ecce Ancilla Dómini et María
Fiat, Ecce Ancilla Domini, hágase tu voluntad, sí, Dios mío queremos y debemos cumplirla con el amor y la generosidad que nos enseñó nuestro Padre Fundador, que ayer dejó este destierro a las 10.00 a.m. con la paz de los Santos. Su última enfermedad fue relativamente corta y durante ella como en toda su vida nos dio ejemplo de paciencia y entrega total… El silencio, casi absoluto que guardó en el último año, nos decía que se preparaba solo con su Dios, para la eternidad. El 14 de mayo a las 5.00 p.m. lo vimos por última vez rodeado de sus hijas, a la salida de la capilla frente al Noviciado; a pesar de la fatiga y la dificultad que venció para llegar, se mostró paternal, amable, dio a besar el anillo pastoral hasta a las aspiranticas; y para todas tuvo una palabrita de afecto. Que bien se cumplieron ese día en que el Instituto celebraba la fiesta del Decretum Laudis, nuestros deseos, inspirados por Dios, de que el Excelentísimo Señor Arzobispo lo viera antes de morir. Esa fue la respuesta que dimos a la Sagrada Congregación de Religiosos cuando nos preguntó por qué tan pronto y con tanta insistencia lo pedíamos.
Tuvimos la pena y el consuelo de acompañarlo cuando recibió los últimos sacramentos, recibir la última bendición para la Comunidad por medio del Reverendo Padre José Valderrama que le llevo la mano; y estar cerca del lecho cuando se apagó la ANTORCHA viva del que vino a dar testimonio de la luz… su cuerpo como cáliz vacío fue llevado al Palacio donde permaneció hasta el 2 a las 4.00 p.m. allí lo mismo que antes de salir de su casa lo acompañaron las Hermanitas por turno y gracias a la caridad y delicadeza de Monseñor Bernardo Cardona, le correspondió a la Comunidad con Hermanita Clarita hacerle guardia de las 11.30 p.m. hasta las 5.30 a.m. horas en que las gentes, aún los Sacerdotes y Religiosas se habían retirado.
El 2 a las 4. 00 p.m. el triunfo conquistado en la lucha, con corazón de oro y voluntad de hierro fue conducido a la Basílica donde quedaron sus restos hasta que podamos,
con el debido permiso llevarlo a nuestra capilla de la casa generalicia.
Su muerte no esperada por sus hijas, “fue la glorificación de la Trinidad…” de su gran MISA vivida en donación absoluta, en continuo ofertorio durante sus 49 años de su vida Sacerdotal; “recibe oh Padre Santo esta hostia en todos los lugares y cargos que como Religioso, Obispo y Arzobispo le asignara la obediencia. Por eso pudo enseñarnos con la sencillez y naturalidad con que se deslice el agua pura, fecundando los campos, el Ecce Venio y el Ecce Ancilla Dómini”.
Su recuerdo eterno, en la pequeñita Anunción no puede ser únicamente un cántico de acción de gracias al Señor que nos lo dio y a él que se entregó con delicadeza, amplitud y constancia sino luz, fortaleza y estímulo. Luz de sus enseñanzas para nosotras particularmente su humildad, su caridad eximia, su rectitud, el perfecto cumplimiento de la voluntad de Dios; siempre que le consultaba algo, recibía esta respuesta antes de cualquier explicación:
“si es voluntad de Dios” o
“esperemos el momento de Dios”.Fortaleza invisible en todas las circunstancias difíciles que se presentan a un Pastor de almas durante 40 años de Episcopado… ¡Cómo ahora hijas mías entregar las armas, perder el entusiasmo para la lucha en las pequeñas dificultades de cada día¡; ¡vacilar porque nos cuesta un sacrificio, una humillación! Postrada espiritualmente ante su tumba le pido con toda el alma, tenaz rectitud en el obrar, para sus hijas, y el amoroso cumplimiento del Divino Querer, hasta perder la propia voluntad en el amor del Espíritu Santo, en unión con nuestra dulce Madre, para la gloria del Padre Celestial.
Unamos, pues amadas hijas, nuestras lágrimas, oraciones y sacrificios por nuestro Santo Fundador y amado Padre. Él nos bendecirá desde el cielo, nos conducirá por el camino de la verdadera santidad.
En todas las casas del Instituto se ofrecerá por el eterno descanso de su alma:
- Una Misa solemne después de recibir esta circular y una rezada, pasados nueve días.
- Una corona espiritual que presentará la Santísima Virgen a su Divino Hijo uniéndola a sus méritos infinitos, particularmente a sus inmolaciones eucarísticas, para esto rezaremos con especial fervor el Santo Oficio en estos nueve días.
Os dejo amadas hijitas en el corazón de Aquel que es nuestro Único y nuestro Todo, que con la mano purísima de María os bendiga en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.
Afectísima servidora y Madre que os ama de corazón para la mayor gloria de Dios.
Sor Berenice